ARTESANAR EN TIEMPOS DE ARTEMISA

por | 16 de enero de 2024

Nilda nació en la ciudad y sabemos que habitarla no es fácil, no es allí donde se puede albergar la vida como muchos quisiéramos, con la esperanza de un futuro armonioso, que nos conecte con nuestras raíces. Es por eso que a sus veinte años, comenzó a caminar en busca de otro lugar que le permita ser ella misma y que inefablemente la acerque a lo que más ama:  la naturaleza.

Afortunadamente en el camino conoció personas que acompañaron ese sentir, pero su corazón buscó aún más profundidad y así llegó a Tacuarembó, donde rápidamente decidió asentarse. No siendo fácil generar un sustento, continuó su búsqueda allí hasta dar con el lugar que hoy conocemos como Artemisa

De ese espacio, nos habla Nilda: 

“El nombre Artemisa, surge porque es una planta que me acompañó en mi proceso de sanación. Con el pensamiento de que nombre elegir, y una mañana salgo de la casa tomando mate, y lo primero que veo, porque tenía que cortar el pasto que estaba muy alto, es que estaba rodeada de un monte tupido de artemisa, en torno a la casa.

También me identifiqué con esta planta como arquetipo?? de mujer, por ser una planta salvaje, que vive en la naturaleza, como vivo yo. Ella sabe dónde quiere crecer y tiene la visión a dónde quiere ir.

Y bueno, me dije… es artemisa, y ahí quedó. También porque es considerado el yuyo de la mujer, para trabajar las emociones y los ciclos femeninos.”

El hogar de Nilda en Tacuarembó es un punto clave donde el terricidio avanza cruda y rápidamente desde la fábrica UPM, quienes producen desde celulosa hasta el Hidrógeno Metanol, mal llamado Hidrógeno Verde. Otro proyecto, con características tan dañinas que no contemplan ni por un momento los espacios naturales que codician. Sin tomar en cuenta, que no son espacios carentes de actividad vital, sino todo lo contrario. 

Donde los empresarios y autoridades políticas de los gobiernos de turno ponen el ojo explotador y codicioso, hay un ecosistema al que ellos llegan para arrasarlo y destruirlo. Para las personas que viven allí es urgente que se tome consciencia de la importancia de la vida del territorio.

Le preguntamos a la hermana, ¿Cómo se estaba sintiendo, con lo que sucede en cuanto a los proyectos terricidas?:

«Son tiempos donde estamos siendo afectados por el supuesto progreso. Como la forestación de eucaliptos y pinos, para la explotación de celulosa; La construcción de nuevas rutas, para los camiones que trasladan esa madera, las canteras que arrasan los cerros sin control, sin medir el alcance del impacto, sin importarles más que sus propios intereses. Y ahora, para completar, vienen por el agua. Lo que vivimos en esta zona, no es diferente a lo que han vivido y viven otros pueblos.

Hay corporaciones yendo a buscar los recursos naturales, estén donde estén. Es la soberbia del poder. A mí me ocupa llegar a la gente, a sus entrañas, a renovar su memoria ancestral, ya que alguna vez todos fuimos uno con la naturaleza.

Un día alguien comenzó a creerse superior, primero a otros seres y luego a otros seres humanos. Ese día, se comenzó a degenerar ese nombre, humano.

 Somos una especie desarraigada, desconectada de su hábitat. Esto genera, todo tipo de desviaciones antinaturales, y mucha violencia.

Siento que podemos ir hacia adentro, sin retroceder. Es ir hacia nuestro centro, cada día un poco y permanecer ahí. Sólo desde nuestro centro, podremos convivir en respeto mutuo, el llamado Buen Vivir.”

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